Experiencias traumáticas 

Existen diferentes tipos de trauma, como el trauma agudo (por eventos únicos), trauma crónico (por exposición continua a situaciones estresantes) y trauma complejo (que involucra múltiples experiencias traumáticas a lo largo del tiempo).

Puntos a tratar:

• Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
• Traumas infantiles en adultos: negligencia, abandono, maltrato, padres con problemas psiquiátricos, etc.
• Abuso sexual
• Abusos sexuales en la infancia
• Maltrato
• Maltrato físico
• Maltrato psicológico
• Acoso

Las respuestas al trauma pueden incluir síntomas de estrés postraumático (TEPT), como flashbacks, pesadillas, hipervigilancia y evitación de recordatorios del trauma. Además, las personas pueden experimentar cambios en el estado de ánimo, la cognición y la capacidad para relacionarse con los demás.

La vulnerabilidad a las experiencias traumáticas puede estar influenciada por factores individuales, como la genética, la historia personal y la presencia de sistemas de apoyo. La resiliencia, la capacidad de recuperarse del trauma, también es un aspecto importante.

El trauma puede afectar la forma en que una persona se percibe a sí misma y al mundo. Puede erosionar la autoestima y generar sentimientos de indefensión y desconfianza.

La memoria de eventos traumáticos a menudo se ve afectada, dando lugar a recuerdos intrusivos y dificultades para recordar detalles específicos. La memoria traumática puede influir en la forma en que una persona procesa la información y se relaciona con su entorno. Las personas que han experimentado traumas pueden verse atrapadas en un ciclo de revictimización, repitiendo patrones de relaciones abusivas o situaciones similares al trauma original.

La terapia es un componente crucial en la recuperación del trauma. Enfoques como la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia de exposición y la terapia centrada en la resiliencia pueden ser efectivos para abordar los síntomas del TEPT y promover la recuperación. El apoyo de amigos, familiares y comunidades es esencial para la recuperación del trauma. La conexión social puede ser un factor protector y contribuir a la resiliencia.